viernes, 28 de octubre de 2016

La importancia de crear expectativas



Hay pocas iniciativas mejores que se puedan llevar a cabo en el mercado empresarial que ha abrazado la existencia de Internet que la creación de expectativas. Nada como la expectación, nada como tener al público esperando algo que no sabe si quiere, pero que va necesitando cada día más. Es un arte, un talento que solo algunos dichosos son capaces de aplicar en los mejores entornos. Durante este mes de octubre lo hemos visto reflejado en la hamburguesería Five Guys, que ha llegado a Madrid con la mayor expectación que podamos imaginar.




El secreto del buen marketing


El buen marketing no implica decorar un producto mediocre con palabras bonitas. Publicar una noticia en la que dijeran "somos las mejores hamburguesas de Madrid y abrimos el 31 de octubre" no habría tenido tanto efecto. Los negocios ya deberían darse cuenta de que ha pasado el tiempo de la exageración, porque online todo el mundo es capaz de desarrollar su sentido más perspicaz para cazar al vuelo las exageraciones.

En su lugar lo que el equipo de Five Guys hizo fue tirar de marketing de expectación, desarrollar una campaña moderadamente activa en las redes sociales y crear interés poco a poco. Lo primero que hicieron fue anunciar que la apertura sería un lunes de octubre cuando el mes de octubre todavía estaba dando sus primeros pasos. A los clientes se les activó la primera señal de interés. Se preguntaban cuándo abrirían la hamburguesería y qué estarían haciendo ellos en ese momento. A continuación pasaron los días y cada viernes crecía el interés. ¿Sería el siguiente lunes la apertura? ¿por qué no habían dicho nada entonces? La tensión crecía, pero lo que provocaba era un deseo en el cliente al saber que había algo que no podía tener aunque pudiera permitírselo.

Pinceladas de genialidad


Cuando ya tienes a los clientes enganchados y expectantes es hora de explicarles, de forma indirecta, porque desean algo que no conocen o que ni siquiera saben de qué se trata. Es ahí cuando los perfiles sociales de la hamburguesería sacan la artillería pesada. Se muestran fotos, se habla de sus recetas y de su originalidad. No se cae en el abuso de republicar menciones en prensa, sino que son los propios futuros clientes los que lo hacen. Y como el que no quiere la cosa, acaba mencionándose el nombre del presidente Obama, gran aficionado a sus hamburguesas. ¿Resultado? Una explosión de expectación imparable.