Toda empresa ha de evolucionar y adaptarse a su entorno, no pudiéndose considerar nunca que ha alcanzado una posición estable y definitiva. La participación en el mercado debe ir de la mano de una evolución de los productos que ofrece la empresa.
En su adaptación al entorno, la empresa ha pasado de una fase en la que se atribuía una importancia primordial a la producción a otra en la que se considera que la atención ha de centrarse en el consumidor.
La fase de orientación a la producción se caracterizó por una demanda de productos y servicios muy superior a la oferta. En esta fase, el principal problema era cómo incrementar la producción, y las empresas pusieron en práctica nuevas técnicas para mejorar la productividad, es decir, para rentabillizar el trabajo y obtener mayor cantidad de bienes por empleado.
Una empresa no termina nunca de evolucionar del todo. La evolución es proporcional a la duración de la empresa en el mercado. Adaptarse al entorno es la preocupación principal de la empresa dado que esta adaptación es la que permite seguir evolucionando y ocupando un posicionamiento dentro del mercado.
Una empresa no termina nunca de evolucionar del todo. La evolución es proporcional a la duración de la empresa en el mercado. Adaptarse al entorno es la preocupación principal de la empresa dado que esta adaptación es la que permite seguir evolucionando y ocupando un posicionamiento dentro del mercado.